Cuando en 1890 la compañía Scott puso en venta el papel higiénico en rollos, le causaba tanta vergüenza aparecer asociada a una cosa como ésa que decidió no poner su nombre en el empaque.
Pero una rápida mirada al pasado tal vez haga pensar al lector que nunca hizo el hombre un mejor papel que cuando inventó el "suave y absorbente".
En la antigua Roma se practicó el hábito de la limpieza que hoy se asocia con el uso del papel. Una esponja amarrada a un palo y sumergida en un balde de agua salada estaba a disposición en los baños públicos. Los usuarios compartían la herramienta, con la que se "refrescaban".
En 1391 emperadores chinos ordenan la fabricación de hojas especiales para el baño, de 0,5 x 0,9 metros de longitud.
Los colonos norteamericanos prefirieron las mazorcas de maíz hasta bien entrado el siglo XVIII. Entretanto, en zonas costeras se echaba mano de conchas marinas, y en islas como Hawai la variante local eran las cortezas de coco
En otras zonas rurales encontraban muy útiles los libros y revistas de toda clase. Cuando los periódicos se volvieron cosa común en la sala de la casa, a principios del siglo XVIII, pronto se hizo del baño su "segundo hogar".
El almanaque del agricultor venía con agujeros para una rápida acción de "lea y limpie". Los catálogos de grandes almacenes, como Sears, no tenían desperdicio.
Sin embargo, el público perdió "interés" en los años treinta, cuando las tiendas comenzaron a editarlos en papel satinado. Aquello, dicen algunas fuentes, fue motivo de queja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario