Con casi un kilómetro de largo y 32 metros de ancho, el puente Magdeburg, en Alemania, es uno de esos lugares que uno tiene que mirar dos veces para convencerse de que existe de verdad. Un puente de agua que cruza el río Elba y que permite el tráfico de barcos entre dos de los mayores canales del país. Más de 500 millones de euros y seis años de trabajo han permitido esta imagen irreal.
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