El origen del hombre continúa siendo un misterio para los paleontólogos que desentierran con mimo y paciencia los restos fósiles de nuestros antepasados más remotos.
Sabemos que los primeros homínidos surgieron en África, pero aún no se han encontrado pruebas que nos demuestren cuándo nació el lenguaje ni cuál fue el momento en que se encendió la chispa del pensamiento simbólico, la característica que más claramente diferencia al hombre del resto de las especies.
Una buena pista sería llegar a conocer cuándo se empezaron a practicar ritos funerarios, ya que éstos señalan el instante en que un grupo de individuos toman conciencia de la muerte y su significado. Por eso resulta tan excepcional el descubrimiento realizado por los científicos de Atapuerca, que trabajan desde hace varios años en este yacimiento de la Sierra de Burgos, considerado fundamental para comprender la historia de los primeros europeos que vivieron allí hace más de 800.000 años.
El hallazgo pasaría inadvertido a los ojos de muchos de nosotros, pues consta de un simple trozo de cuarcita roja tallada. Sin embargo, su importancia es incalculable, ya que se trata de la evidencia de un antiquísimo ritual funerario. Esa piedra es en realidad un hacha de dos caras, tallada amorosamente por un ser humano que vivió hace 400.000 años. Fue depositada en un lugar donde se acumulaban intencionadamente restos humanos, es decir, en una especie de cementerio, y constituye la primera muestra de una ceremonia funeraria de la que tenemos noticia.
La comunidad científica internacional se ha conmocionado con el hallazgo, puesto que representa la huella más antigua del pensamiento simbólico de la especie humana. Sus descubridores le han dado un nombre realmente mágico: Excalibur, la espada legendaria que perteneció al rey Arturo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario