La sola palabra vudú evoca espeluznantes imágenes de muertos vivientes, de muñecas de cera con alfileres clavados y otros ritos igualmente oscuros.
En realidad, el vudú es una creencia religiosa sincrética, es decir, una mezcla de catolicismo y antiguas practicas africanas, incluidos elementos fetichistas y distintos tipos de magia, como la blanca, la negra y la gris, que es una mezcla de las dos anteriores.
Sin embargo, no se puede negar que la primera, la magia negra, es la más importante dentro del vudú y es la que le ha dado la imagen de algo siniestro.
El origen del vudú es africano y fue llevado a Haití y Nueva Orleáns por los esclavos. Sus ritos se practican entre cantos, sonidos de tambores y danzas. Sus dioses -a loa- representan las preocupaciones comunes a toda la humanidad: el amor, la finitud de la vida y la protección del hogar.
En sus manifestaciones más agresivas, los houngan, o sacerdotes, sacrifican animales y elaboran las famosas muñecas de cera o trapo, que atravesadas con alfileres causan dolor a la persona que representan. Junto a esto, la creencia en los zombies - es decir, un muerto resucitado al servicio de un brujo- ha dado la vuelta al mundo.
Según una leyenda, un houngan rechazado por una joven la maldijo y esta murió poco tiempo después. Como el ataúd era demasiado pequeño para ella, le doblaron el cuello para que pudiera caber en él. Mas tarde, durante el velatorio uno de los asistentes tiro su cigarrillo, que cayo sobre uno de los pies de la difunta y le hizo una pequeña quemadura. Después de unos meses corrió el rumor de que la muerta acompañaba al sacerdote rechazado. Pasaron los años y cierto día la joven reapareció en su casa. Explico que el houngan se había arrepentido y liberado a todos sus zombies. Quienes habían asistido al velatorio descubrieron con asombro el cuello intacto de la joven y la cicatriz de la quemadura en el pie.
También se cuenta que Joseph, un houngan, disponía de zombies para el corte de caña en una plantación cercana a Puerto Príncipe, la capital de Haití. La responsable de cuidar a los zombies era su mujer, quien cometió el error de alimentarlos con comida salada. Apenas probaron la sal -sustancia que permite que descubran su situación de muertos en vida-, los zombies emprendieron el camino de regreso a su pueblo natal. Al llegar y ser reconocido por sus familiares, éstos trataron de hablar con ellos, pero los zombies no se detuvieron y continuaron su desfile hacia el cementerio. Allí, cavaron con las manos en busca de sus tumbas. Tan pronto entraron en contacto con la tierra se convirtieron en cadáveres putrefactos.
Estos relatos espeluznantes congelaron la sangre del espectador de principios de siglo XX, de la misma forma que la del lector contemporáneo. Sin embargo, sin menospreciar la fe de los creyentes en el vudú, se debe reconocer que los houngans posee un gran conocimiento del cuerpo humano y de las propiedades de las plantas que pueden causar efectos como los descritos.a
Para respaldar esta tesis es necesario recurrir a la experiencia de una de las víctimas de esta poderosa hechicería. Clarivius Narcisse, habitante del pueblo de L’Estere en Haití, siempre había gozado de excelente salud pero cierto día de 1962 de manera repentina e inexplicable enfermó, así que su hermana lo llevó a un hospital. El paciente apenas podía respirar, su corazón perdía fuerza y el estomago le ardía. De pronto sintió que se quedaba helado y oyó que el medico le decía a su hermana -lo siento, esta muerto-. Clarivius quiso gritar que estaba vivo, pero no podía moverse. El medico lo examino una vez mas, le cubrió la cabeza con una sabana y firmo el certificado de defunción. Mas tarde, cuando sus amigos lo velaban, Narcisse podía verlos y oírlos, aunque no experimentaba ninguna emoción. En el cementerio oyó los lamentos de la gente y el ruido de la tierra que cubría su ataúd. Su siguiente recuerdo es que estaba de pie junto a su tumba en un estado semejante al trance. Dos hombre rellenaron su fosa, y con una cuerda atada a sus muñecas los condujeron a una granja, donde se convirtió en uno de los casi cien esclavos que trabajaban en ese lugar.
El doctor Lamarque Douyon, director del centro psiquiátrico de Puerto Príncipe afirma que que uno de los efectos de las drogas que utilizan los brujos practicantes del vudú es aparentar la muerte a la perfección. Las víctimas pasan por este periodo de inconsciencia que termina cuando son sacadas de su sepulcro, pero durante su actividad agrícola también les administran narcóticos.
Esta muerte aparente se puede apreciar también el drama de Romeo y Julieta. Narcisse que permaneció al menos dos años en ese estado hasta que por alguna razón su explotador dejó de administrarles los fármacos a los zombies quienes despertaron de su sopor y casi de inmediato mataron a su guardia.
Al parecer, todos recuperaron sus facultades y, tras una espera de 18 años, Narcisse volvió a su pueblo natal. No volvió antes porque sospechaba que su hermano -fallecido para la época en que Narcisse regreso- era el culpable de que el houngan lo embrujara.
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